domingo, 14 de abril de 2013

Para mí el silencio siempre es sinónimo de soledad. Por esa razón lo odio, porque me molesta sentirme sola. Yo necesito escuchar voces, sonidos, ruidos para sentir que hay alguien conmigo, para no sentirme aislada de todo. Pero todo cambio cuando lo conocí, el me enseño a callar, a no hablar tanto y sentir más, a poder expresarme en silencio, a entender con abrazos y hablar con miradas. Al principio todo me parecía confuso, no entendía como en esta insonoridad yo me podía sentir tan contenida. Al principio me costó entender ese idioma mudo, no podía confiar en mis instintos si no tenía la certeza de las palabras. ¿Cómo puedo sentirme tan acompañada si no lo escucho hablarme? ¿Cómo puedo tener la seguridad de que está conmigo si no me lo dice a cada momento? Hasta que un día con uno de sus besos me demostrostro que las palabras sobran, y aprendí que una caricia puede valer más que un “te quiero”y que me de su mano en el momento en el que más miedo tenia me dio convicción para poder decir que amo el silencio pero en realidad lo que amaba era la capacidad de poder comunicarnos sin palabras, NUESTRO silencio.


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